sábado, 30 de abril de 2011
Que n'aprenguin!
jueves, 28 de abril de 2011
Pie y medio en Wembley
lunes, 25 de abril de 2011
No todo son clásicos
Ayer fue un día distinto, un 23 de abril en el que lo normal era que estuviese en Barcelona disfrutando de la Diada de Sant Jordi, pero esta vez no, en esta ocasión me encontraba en San Sebastián preparado para vivir de primera mano un Athletic de Bilbao-Real Sociedad que se presentaba muy emocionante. Con la mitad de los clásicos ya disputado y con ansias de olvidar el resultado del último me apetecía desconectar y disfrutar de otro de los grandes derbis no sólo nacionales sino también mundiales. El ambiente era espectacular, irrepetible, algo que no había visto con anterioridad. Eran escasos los que no vestían prenda alguna del equipo donostiarra y atrevidos los que decidían salir a la calle con la del equipo bilbaíno. Además, banderas y bufandas colgaban de la gran mayoría de balcones y en los bares no se oía hablar de otra cosa que no fuese el partido.
La hora del encuentro se hacía cada vez más próxima y eran pocos los bares que no estaban a revosar. Miles de seguidores de los dos equipos los llenaban y hacían llegar sus cánticos hasta el mismísimo San Mamés, otros, curiosos, o sin más, aficionados al fútbol, los acompañaban encandilados por aquel ambiente de sana rivalidad. En uno de aquellos bares estaba yo, disfrutando como un niño rodeado de seguidores de la Real Sociedad y de un valiente con la camiseta del Athletic, con el 11 de Gabilondo en la espalda. Corrían las cervezas, los pinchos, los bocadillos, la sidra… el ambiente era increíble.
Entonces empezó el derbi, Fernández Borbalán se llevó el silbato a la boca y dio comienzo al partido. A mi alrededor se oían cánticos de apoyo, insultos dirigidos al rival (la mayoría a Toquero, no sé muy bien por qué…) y expresiones de lamento por las ocasiones falladas y por los tempraneros goles recibidos. Hacia las doce concluyó el partido con victoria local por 2-1, mis “amigos” se fueron a casa tristes y resignados tras haber visto un partido tan bueno de su equipo pero sin que ello se hubiera reflejado en el marcador.
Ayer es uno de esos días en que todo futbolero dice aquello de ¡Viva el fútbol! Porqué no todo son clásicos Barça-Madrid. ¡Agur!
jueves, 21 de abril de 2011
La Cibeles volvió a sonreír
La historia se vuelve a repetir de nuevo. Llega Mourinho a un equipo con reciente escasez de títulos y al primer año ya lo hace campeón. Sucedió con el Oporto, con el Chelsea, con el Inter de Milán y ahora con el Real Madrid. Un equipo al que le parecía imposible romper la hegemonía de este Barça supuestamente imparable y a las primeras de cambio le vence en la final de la Copa del Rey, la primera que pierde Guardiola desde que entrena al conjunto azulgrana. Y lo hizo sin necesidad de ayuda arbitral, sin necesidad de la fortuna, simplemente jugó su partido y fue, a mi parecer, justo vencedor del partido.
El conjunto blanco jugó como mejor se les da a todos los equipos que ha entrenado el portugués, cuidando bien su retaguarda y saliendo de forma endiabladamente veloz al contraataque. El Madrid entregó descaradamente el balón al Barça y esperó su momento a lo largo de los 120 minutos que duró la final, y es que Mourinho sabía que era imposible robarle el balón al Barcelona y que presionarle arriba era un suicidio para sus intereses así que ordenó a sus jugadores en el campo de manera que aminoraran la posibilidad de crear espacios atrás. Y le salió a la perfección. 0-1 y el Real Madrid vuelve a alzarse campeón de algo. Y en color eh, no en blanco y negro como diría Victor Valdés.
Y a partir de hoy los habrá que dirán que el Madrid no jugó a nada, que ganó por suerte y que el fútbol que planteó no es digno de ser campeón de nada. Pero el caso es que éste es un discurso que se repite año tras año allí dónde entrena Mourinho y cada temporada sucede lo mismo. El portugués gana trofeos a raudales. Y nadie, absolutamente nadie, puede reprocharle sus medios porqué, al fin y al cabo, consigue aquello que se propone.
Y para terminar una frase muy interesante e idónea a esta situación. Es preferible ganar cinco veces por 1-0 que una por 5-0.