Imagínense por un momento que hoy, día de huelga general, los jugadores de Athletic Club, Valencia o Atlético de Madrid decidieran no asistir a su puesto de trabajo y no presentarse a sus respectivos partidos de Europa League. Algo que seguramente supondría la expulsión de los clubes de la competición y una considerable sanción a largo plazo. Dejen volar la imaginación e imagínenselo. Tengo mis dudas que alguien respaldara, públicamente o en privado, la decisión de estos futbolistas de no ir hoy a trabajar. Es más, estoy casi seguro que seguidores de los equipos en cuestión que hoy habrán hecho huelga no respaldarían que los jugadores del club de sus amores hicieran lo mismo. Probablemente les insultarían, les llamarían mercenarios, les acusarían de abandonar al equipo, de haber manchado el escudo... Pero, al fin y al cabo y siendo realistas, habrían terminado haciendo exactamente lo mismo que algunos de los españoles que hoy se habrán resignado a trabajar. ¿Y verdad que muy pocos de estos, por no decir ninguno, lo aceptaría? Pues por favor, seamos racionales y dejemos que quien quiera trabajar lo haga.
Hoy Barcelona amanecía sumida en el caos por culpa de gente que, literalmente, había tomado la ciudad. Amanecía con la mayoría de comerciantes atemorizados de ser coaccionados por enloquecidos piquetes que, con los rostros ocultos bajo pañuelos de cobardía, se dedicaban a destrozar todo local que encontraban abierto. ¿Es esta la democracia que queremos? ¿Es este el país que entre todos queremos construir? No sé, porque ni soy economista ni sé ver el futuro, si la reforma laboral es la correcta y única solución a la terrible crisis que estamos viviendo. No lo sé. Pero si algo sé es que la huelga es un derecho social y voluntario, con lo que nadie está obligado a tomar partido de algo que, probablemente, no le interesa. Y la violencia, el vandalismo, la coacción, el maquivelismo, y otras acciones negativas no son la solución. Y soy consciente que no todo español hoy ha actuado del mismo modo pero igual que si ganamos lo hacemos todos y si perdemos también he de reconocer que hoy me avergüenzo de este país, pero sobretodo me avergüenzo de sus habitantes.
Catenaccio, defensas atrasadas, líneas muy juntas, pocos espacios, fútbol físico, pocos goles y mínimo espectáculo son algunos de los tópicos que se relacionan desde siempre con la Serie A y con prácticamente todo el fútbol italiano. Por ello, por la dificultad de anotar goles, todo jugador que consigue 15 o 20 dianas por temporada en dicha competición se convierte, ipso facto, en un futbolista muy valioso y en un seguro de gol, con lo que su notoriedad aumenta considerablemente. Se habla constantemente de delanteros mediáticos como Ibrahimovich, Forlán, Milito, Inzaghi, Cavani o Di Natale, entre otros. Pero los hay de menos conocidos y que vienen pisando fuerte, jugadores que se han dado a conocer en clubes menores a base de goles y más goles.
Pocos le conocerán pero me refiero, evidentemente, a Germán Denis. El delantero argentino de 30 años, actualmente en el Atalanta, es el claro ejemplo de killer del área. Un jugador que, pese a no destacar por sus habilidades técnicas, se ha hecho un sitio entre los grandes goleadores de la máxima competición italiana gracias a su poderío físico, a su excelente juego de posición, a su inteligencia táctica y a su afán por buscar siempre la portería rival. El ya veterano atacante argentino, que sólo ha jugado cinco veces con la albiceleste, acumula a día de hoy 141 goles en 367 partidos. Números realmente impactantes para un futbolista que ha jugado, además de en varios equipos de su país natal, en cuatro clubes transalpinos diferentes.
Pienso también en Antonio Floro Flores, delantero italiano de 28 años actualmente en el Udinese. Un futbolista algo distinto al comentado en líneas anteriores, mucho más dinámico, rápido y técnico, pero con una habilidad parecida para hacer goles. Pese a no ser ni un nueve puro ni tan indiscutible en su cl como el anterior suma la interesante cifra de 74 goles en 320 partidos en una liga en la que es muy complicado conseguirlo.
Ambos forman parte de dos de los equipos más interesantes de la Serie A actual. Dos de los más atractivos, más rocosos y más difíciles de vencer. Tanto Germán Denis como Floro Flores son grandes jugadores, uno más completo y el otro más goleador, pero los dos han conseguido algo grande, hacerse respetar en un país en el que el fútbol de ataque y de calidad está algo menospreciado.
Se acabó la pesadilla. Domingo 18 de marzo de 2012, Fernando Torres volvía a marcar con el Chelsea tras haber estado unos cinco meses sin hacerlo. Números deprimentes para un delantero centro muy acostumbrado a marcar goles importantes. No son pocos los que se atribuyen el mérito de haber dicho siempre que Torres es un mal jugador, un futbolista sobrevalorado y más bien mediocre. Pero el caso es que, pese a ocupar la posición más adelantada del campo, El Niño jamás ha sidogoleador, un killer, ni un jugador con unos números impactantes. Más bien se trata de un delantero centro muy dinámico, muy rápido y bastante hábil técnicamente. Algo parecido a Benzema, quien destaca más por su afán por hacer jugar al equipo que por finalizar las jugadas de sus compañeros. Un falso nueve que actúa de todo menos de goleador. Un jugador que cuando no baja a recibir está cayendo a banda para actuar como extremo. Ese es Fernando Torres.
El chico descrito en las líneas anteriores es el chico que llevamos viendo desde que éste fichó por el club de Roman Abramovich. Es cierto que los números del español con la zamarra blue dejaban, y dejan, mucho que desear, pero eso no quita que no estuviera jugando bien. Simplemente estaba negado de cara a gol. Y no por falta de calidad, sino más bien por falta de autoestima y de confianza. Esto último no lo digo como estudiante de periodismo que soy, ni como entrenador de fútbol, sino como delantero centro que fui en mis muchos años de futbolista. El problema de Torres se resumía, y se resume, a un problema mental, a un agobio por la presión popular, a la constante tensión en la que se encuentra por demostrar que vale lo que se pagó por él y a un miedo terrible al fracaso. Pero se acabó, los dos goles que anotó Torres contra el Leicester resultan ser una dosis, por no decir una sobredosis, de confianza para el delantero español. Superada su mala racha volverá a anotar goles a raudales hasta que un día el miedo a no caer vuelva a apoderarse de su mente. Y el círculo vicioso de los nueves volverá a comenzar.
Els que formen part de Panenka es defineixen a si mateixos com a folls, com a provocadors però sobretot com a amants del bon periodisme. Aquesta és l’essència del projecte. Una revista que nasqué per portar la contraria al periodisme esportiu d’avui en dia, més preocupat per cobrir històries d’amor entre celebritats, per fer creure la gent de possibles conspiracions, que per explicar històries humanes que realment puguin interessar la gent. D’això naixia Panenka encara no fa un any.
Tal i com afirmava Toni Padilla, redactor de la revista, en la visita que va fer a la Facultat de Comunicació Blanquerna el passat dijous 15 de març, “aquesta bogeria va començar una nit d’estiu de l’any passat en que havíem begut força cervesa”, en que un grup de divuit periodistes, cansats d’escoltar si el Casillas es casava amb la Carbonero o de si el Piqué tenia problemes amb la Shakira, van decidir tirar endavant aquest somni. Una revista en la que, tal com digué Toni Padilla, es pogués oferir a tot tipus de lector, independentment de si li agradava el futbol o no, històries peculiars al voltant d’aquest esport que poguessin ser escrites tant per periodistes, com per filòsofs, com per sociòlegs... De manera que tothom se sentís integrat.
I tot i que Panenka ja és una realitat aquesta no deixa de ser un somni, i és que per Toni Padilla la màxima aspiració és poder viure única i exclusivament d’aquesta revista. No els arriba per fer publicitat i s’agenollen quan algú s'ofereix per anunciar-se. Però no es queixen, reconeixen que tot i que no es guanyen la vida amb això ara ja poden pagar-se algun que altre viatge per cobrir un esdeveniment. Això per ells, de moment, és molt més del que s’haguessin imaginat mai.
Históricamente, la pequeña y alejada Islandia jamás ha destacado por ser una fábrica de promesas del fútbol, ni tan siquiera por tener una gran devoción por el deporte rey y es que allí el fútbol es más bien un modo de evasión de la monótona vida de prácticamente todo ciudadanonórdico. No obstante, a día de hoy existen dos jóvenes jugadores que comienzan a despuntar en el fútbol europeo. Dos chicos que, si consiguen adaptarse al fútbol centro-europeo, sin duda serán futbolistas TOP. Hablo, evidentemente, de Gylfi Sigurdsson i de Kolbeinn Sightorsson.
El primero tiene sólo 22 años y es uno de los jugadores más atractivos, y con más futuro, del mundo. El joven islandés juega actualmente en el Swansea, donde llegó este mismo 2012, y ya lleva 3 goles en 7 partidos pese a ocupar distintas posiciones del medio campo. Un futbolista con unas condiciones envidiables, considerablemente alto y relativamente fuerte (muy poderoso en el juego aéreo), pero a su vez con una técnica individual y una habilidad para el pase realmente sorprendente. Pero por lo que sobretodo destaca la precoz estrella islandesa es por su facilidad para hacer gol. Pese a partir de posiciones retrasadas, más bien lejanas a la portería rival, Sigurdsson brilla por su peligrosa llegada así como por su brillante golpeo tanto de falta como de penalti. Es infalible desde los once metros y un jugador a tener muy en cuenta en los golpeos de libre directo, desde la larga distancia. Tiene números de crack, y es que entre Reading, Shrewsbury, Crewe, Hoffenheim, Swansea y todas las categorias nacionales desde la sub-17 hasta la absoluta, ha conseguido anotar 52 goles en 145 partidos. Números atípicos para un centrocampista.
El segundo tiene 21 años y juega como delantero centro en el Ajax de Amsterdam. A día de hoy, el joven goleador islandés se encuentra en el dique seco desde que en Octubre de 2011 se rompió el tobillo cuando sólo había disputado 8 partidos con el conjunto holandés. Eso sí, habiendo conseguido anotar 5 goles. Mostrando así su gran virtud, el gol. El ex jugador de HK y AZ es un nueve puro, el típico jugador que se coloca entre los dos centrales y que tiene esa habilidad especial para estar siempre en el momento y en el lugar adecuado. Este es Sightorsson. Un jugador potente, no excesivamente alto pero con un poderoso juego aéreo, ni excesivamente rápido pero con una perfecta colocación. Un futbolista inteligente, virtud con la que logra hacer desaparecer algunos, pocos, defectos. Pero sobretodo, y reitero, un goleador. Un jugador que pese a que sólo suma 36 goles en 83 partidos posee, sin duda, las cualidades de todo gran killerdel área. Será grande, ambos lo serán.
Camp Nou. Minuto dos de la segunda parte. Barça 1-0 Sporting. De las Cuevas se marcha solo hacia la portería de Valdés y Piqué, de forma intencionada o no, derriba al dorsal 20 visitante con lo que Velasco Carballo no duda en señalar falta y tarjeta roja para el central catalán. Piqué se marcha aparentemente molesto, enfadado, indignado, y al terminar el encuentro no se muerde la lengua al denunciar que el colegiado le tenía preparada la expulsión al descanso, después de que ambos "discutieran" por un supuesto penalti sobre Keita. Él lo llama una expulsión premeditada y, no contento con ello, recomienda al conjunto de trencillas españoles que no se tomen los duelos como algo personal. Declaraciones lamentables, sin duda. Pero más lamentable me parecen las de ayer de Sánchez Arminio, presidente del Comité Técnico de Árbitros, en las que dice que denunciarán a Piqué ante el Comité de Competición. Con ello no digo que el jugador del Barcelona no deba ser sancionado, en mi opinión debe ser castigado por aquello que dijo, sino que si se sanciona a Piqué por sus declaraciones también se debe sancionar a tantos otros que semana tras semana se quejan públicamente de las decisiones arbitrales. Evidentemente haciendo una distinción de castigos según la gravedad de las acusaciones, pero si de una cosa estoy seguro es que, pese a la gravedad de las de Piqué, ha habido entrenadores, jugadores y presidentes, que han dicho cosas mucho peores. Entonces, la cuestión es la siguiente, ¿si a Mourinho le cayeron dos partidos de sanción por meter el dedo en el ojo de Tito Vilanova cuántos le caerán a Piqué por hablar de más? Pase lo que pase, que me puedo llegar a imaginar lo que pasará, el mundo del fútbol es una broma.
La situación que se vive en la ciudad inglesa de Londres es de todo menos placentera. No contentos con ver a los dos equipos de Manchester disputarse de tú a tú la Premier League, el club propiedad de Roman Abramovich vive una de las crisis más fuertes desde que se fue el llamado Special One, el inolvidable Jose Mourinho. Muchos se preguntarán entonces qué diferencia existe entre la situación actual y la que vivieron, en su momento, los técnicos Carlo Ancelotti y Avram Grant. Pues bien, el caso es que la crisis actual no es sólo una crisis deportiva sino sobre todo institucional, de imagen. Ahora mismo el Chelsea es el reflejo de un conjunto inestable, roto, dividido. Un conjunto en el que ya nadie parece remar en la misma dirección, en el que nadie parece poder confiar en nadie. A día de hoy, el Chelsea es una bomba de relojería a punto de estallar. Y cómo ya va siendo habitual, ante un problema de tales magnitudes, la costumbre es señalar cómo culpable a alguien de dentro del club. Habitualmente alguien más bien solitario, indefenso. Esta vez le ha tocado, cómo no, al entrenador. Al bueno de André Villas-Boas.
Un tipo joven, pero con experiencia. Un entrenador caro, muy caro. Por el que se pagaron 15 millones tras verle campeonar con el Porto no sólo en Portugal sino también en Europa, invitando así a todo el mundo a ver en él al nuevo Jose Mourinho. No obstante las cosas no han terminado de salir como la ilusionada hinchada blue esperaba. Y es que el equipo no sólo se encuentra prácticamente fuera de la Champions sino que además acumula ridículo tras ridículo en liga. Por ello, se acusa a AVB de mal gestor de grupos, de prepotente, de cambiar demasiado de sistema, de cometer errores, de llevarse mal con algunos jugadores… Y en este último punto quería yo centrarme. Punto que, para mí, resume el gran problema de este equipo. Un problema de vestuario y, en concreto, de algunos pesos pesados de la plantilla. Hombres con un peso tremendo dentro del equipo como Terry, Drogba o Lampard. Jugadores acostumbrados a ser habituales en los onces titulares del Chelsea pero que poco a poco van viendo cómo han pasado de ser intocables a más que prescindibles.
No sé qué demonios sucede de puertas adentro pero algo bueno seguro que no es. Y lo apostaría todo a que parte de culpa la tienen las “vacas sagradas” del vestuario (el propio Lampard reconoció que estaba molesto por haber sido suplente en Nápoles). Así que, antes que reflexionar si echar a Villas-Boas o no, creo que la directiva del club debería meditar si ha llegado el momento de hacer una renovación total de la plantilla. Yo creo que sí. Cech, Bosingwa, Terry, Cole, Malouda y Drogba, fuera. Y es que el paso de los años no perdona, y parece que nos hemos dado cuenta todos menos ellos mismos.
