sábado, 21 de enero de 2012

Faltos de amor



Hoy hace unos meses me preguntaba aquí mismo el por qué de los continuos fracasos de la selección belga pese a contar, en mi opinión, con una de las mejores generaciones del fútbol mundial. Courtois, Mignolet, Kompany, Vermaelen, Vertonghen, Fellaini, Hazard, Lukaku, Mertens... son algunos de los muchos nombres prometedores que componen este magnífico pero a su vez desastroso combinado nacional y, pese a ello, el equipo hace años que no logra clasificarse para ninguna competición a nivel de selecciones. El motivo, desconocido por muchos, podría explicarse a partir de una experiencia que tuve hará unas semanas en el país en cuestión.

Anduve paseando por las mágicas calles de Brujas, Bruselas, Gante... con el deseo de encontrar alguna pequeña muestra de pasión futbolera. Jamás la encontré. Visité ciudades, barrios, calles, museos, famosas edificaciones, pero en ninguno de estos lugares pude encontrar una sola camiseta de algún equipo del país. En las tiendas de souvenirs tampocó aprecié aquello que buscaba. Una camiseta de Suárez, de Ogunjimi, de De Bryune... Nada. Cero. Otro aspecto que me sorprendió fue el hecho que, pese a estar disputándose jornadade liga aquel fin de semana, no vi bares llenos de fans, multitudes paseando con bufandas de su equipo o cánticos de celebración. De nuevo, nada.

Sin ser definitivo y tratándose sólo de una hipótesis me atrevería a afirmar que parte de culpa del fracaso futbolístico de la selección belga la tiene la poca tradición que existe en Bélgica al respecto. Falta de implicación, de pasión. Falta el denominado jugador número 12, la afición. Hasta entonces seguiremos viendo campos vacíos y rostros, de grandes jugadores, desencajados por el fracaso.


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