Sorprendente Copa América la que estamos viendo este año, criticada al principio por la ausencia de buen juego y ahora venerada por el gran papel de las selecciones pequeñas. Hace unas semanas, si alguien nos hubiera preguntado quiénes eran para nosotros las máximas favoritas a ganar el torneo sin duda hubiéramos apostado por cuatro potencias futbolísticas en Sudamérica. Yo mismo respondí a esta pregunta con Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. A día de hoy, sólo la última tiene la posibilidad de campeonar si consigue sacar adelante el partido de semis y la final. Junto a ella, y con exactamente las mismas posibilidades, encontramos a Perú, Paraguay y Venezuela. Las tres selecciones llegaron con la intención de participar sin pena ni gloria en esta Copa América al no contar en sus plantillas con un número importante de grandes jugadores. No obstante, la realidad es del todo distinta ya que las tres están clasificadas para semis y tienen muchos números de poder estar en la final, algo histórica para dichos países por el hecho que significaría romper la hegemonía de Brasil y Argentina.
Sudamérica está de luto, Argentina está de luto. Una selección que contaba con la presencia en sus filas de hombres como Mascherano, Pastore, Di Maria, Agüero, Tévez, Higuaín… ¡¡Messi!! no fue capaz de superar los cuartos de final de una competición que acogía y organizaba su propio país ni tampoco resultó ser un equipo competitivo ni ganador, tal y como se esperaba al echar un vistazo a la lista de convocados de Batista. La albiceleste se estrelló una y otra vez contra la presión a la que fue sometida por su propio público y nunca supo jugar con la calma y la harmonía necesaria para sacar adelante todos y cada uno de los partidos. Se equivocaron, sin duda. Quisieron darle la totalidad de la responsabilidad a Leo y está claro que sin sus escuderos azulgranas, los insustituibles Xavi e Iniesta, es imposible que rinda al mismo nivel que lo hace en el Barcelona. La AFA debe sin duda sentarse a hablar sobre cómo quieren enfocar el futuro de su selección y es que está claro que la clave está en la base, en la escuela, en el origen, en la formación de jugadores jóvenes. A la albiceleste le faltan constructores, hombres como Riquelme, Aimar, Ricky Álvarez… así como muchos que de bien seguro están en camino. Hasta que no los cuiden, mimen, les den una responsabilidad y un rol importante Argentina seguirá igual, nadando en un gran mar de mierda.
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