jueves, 7 de junio de 2012

Manolo, gracias















Hoy hace dos días le comentaba a mi padre, recién llegado del trabajo, que Manolo Preciado había fichado por el Villarreal. La reacción de éste, quién me inculcó su devoción por Preciado, fue la esperada: "Da por hecho que les subirá a Primera, no tengo ninguna duda". Y lo dijo con una sonrisa en la cara, con los ojos brillantes y vidriosos tras oír que su ídolo de los banquillos, su referente en la vida, volvía a entrenar a un equipo español. 

Digamos que mi padre no le conocía personalmente, bien es cierto que un día se lo encontró en una terraza y tuvieron una breve charla, pero su admiración, y en el fondo la de todos, va más allá del trato cercano y humilde de Manolo, su admiración se resumía en el modo cómo había superado los duros palos que le dio la vida y en cómo, aún así, logró todo lo que logró en su carrera como entrenador. El profundo sentimiento de vacío que tenemos hoy, la pregunta que todos nos hacemos, podría resumirse en: ¿Qué somos los demás ante un hecho como el ocurrido hoy noche? No somos nada. No sabemos nada de la vida, nada. Manolo, permítanme tutearle como si de siempre le conociera, se encontró cara a cara con la parte injusta de la vida. Con el capítulo despreciable que de vez en cuando a todos nos toca vivir. Pero se lo encontró seguido, con escasos años para superarlo y de la forma más terrible posible. Pero siguió adelante. Pese a perder a su mujer por culpa del cáncer, a su hijo pequeño en un accidente de moto y ver morir a su padre, el año pasado, arrollado por un coche, no se rindió y, tras mirar al cielo, decidió crecer con el lema que por mucho que pierdas a un hijo tienes otro que se merece que sigas luchando. 

Y hoy se nos va. Cuesta de creer pero ya no está, se fue para no volver. Aquel que tanto nos enseñó, que tanto nos hizo llorar, reír, aprender, crecer, nos deja un legado que jamás nadie podrá recoger. ¿Qué nos queda? Un sinfín de frases y de recuerdos que de bien seguro serán inolvidables para todos. Aficionados al fútbol, simples ciudadanos. Todos le echaremos de menos. Sin discriminación alguna. Porque hoy no nos deja un ex futbolista ni un entrenador, hoy nos deja un hombre admirable, carismático e inigualable. Manolo, fuiste un ejemplo en vida y lo seguirás siendo allá donde estés. Pero sobretodo gracias, gracias por enseñarnos que la vida puede ser maravillosa pase lo que pase. Mil gracias.





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